lunes, 24 de septiembre de 2007

LAS PROFESIONES de Pablo



Así como la globalización de las economías y finanzas ha trastocado los tradicionales sistemas de producción agrícola, industrial y comercial, en el campo de la producción del conocimiento también se han modificado los esquemas vigentes. Nuevos paradigmas se han construido, viejos paradigmas se han destruido. El desarrollo de la ciencia y la tecnología como factores esenciales para la producción de innovadores saberes juegan un papel importante en la definición y existencia de las profesiones. Las profesiones tradicionales como el derecho, medicina, contaduría, administración de empresas, por mencionar algunas de ellas, tienden adquirir connotaciones distintas de las que fueron creadas.

Los procesos de globalización también han trasnacionalizado el conocimiento. Las actuales demandas y necesidades de los procesos productivos del libre mercado y de las compañías trasnacionales requieren de la homologación de las profesiones y de la homologación de los aprendizajes. De esta manera, la globalización no sólo se inserta en los mercados de las profesiones, ofertando diversas opciones profesionales que respondan a modelos de formación diseñados desde los países periféricos. Nuevas competencias cognitivas y habilidades prácticas son demandadas por los procesos productivos globalizadores. Los profesionistas que no dominan competencias para el uso adecuado de los diversos tipos de informaciones son excluidos de los campos productivos.

La intención que gravita en estos procesos es la mercantilización profesional, como una de las expresiones más agudas en las que el neoliberalismo ha signado su huella educativa. Desde el exterior se está imponiendo un programa organizacional y administrativo educativo, un modelo de formación de profesionales, un sistema de acreditación y certificación de las profesiones, así como mecanismos de evaluación de los insumos-procesos-productos de los sistemas educativos. El complejo proceso de internacionalización de las profesiones implica la existencia de una fuerte tendencia de la centralización y globalización del conocimiento. Procesos que parecen ser irreversibles en los albores del siglo XXI. Incluso se manifiesta una clara inclinación a su intensificación. Desafortunadamente, la sociedad del conocimiento –como se le ha dado en llamar a la sociedad de este milenio– está demostrando una orientación a la sustitución de los valores morales, éticos y solidarios por el ciudadano consumidor. El consumismo es una de las características de la sociedad del nuevo milenio.

Por otro lado, los espacios geopolíticos nacionales se encuentran trastocados por el avasallamiento de la llegada vertiginosa de los capitales educativos. La educación pública superior de los países en vías de desarrollo, como México, se encuentra en constante confrontación con los grandes capitales trasnacionales que están asociados a las firmas más prestigiosas del capitalismo. En los últimos veinte años del siglo pasado el capital financiero incursionó en el campo de los servicios, específicamente educativos, porque representan posibilidades de formar los cuadros profesionales que se requiere para el desarrollo innovador de los procesos productivos globalizadores. De esta manera, la idea de las universidades empresariales tiene una aceptación considerable en los sistemas educativos trasnacionales.

Prestigiosas firmas como Motorola, Microsoft, IBM, Cisco Systems, por mencionar algunas de las firmas vinculadas con la innovación tecnológica en el campo de la informática, son considerados como actores agresivos y con grandes recursos financieros para el establecimiento de instituciones de educación superior, no sólo en sus países de origen de los capitales financieros sino, además, en diversos países que se encuentran en vías de desarrollo. Esas instituciones educativas que tienen nombres de marcas comerciales, utilizan estrategias de expansión que privilegian tanto los mercados pequeños y selectivos como los nacientes mercados donde no se encuentra la presencia de los consorcios educativos. Así, se identifica en México la llegada de inmensos capitales que están invadiendo el mercado de las profesiones. Los consorcios educativos trasladan modelos de organización y administración e imponen sistemas de regulación del funcionamiento de los establecimientos escolares que se diseñan en el exterior con un alto valor pragmático en los resultados de la formación de profesionales.

Lamentablemente, la falta de regulación y de normas claras y precisas para la instalación de las empresas educativas, así como la ausencia de criterios internacionales que regulen la calidad del servicio educativo que ofertan este tipo de compañías trasnacionales, ha provocado que se instalen en nuestro país, tanto instituciones de calidad como de mediana, incluso, dudosa reputación educativa. El peor de los casos que se vive con la llegada de los capitales extranjeros en el comercio educacional, es el de la proliferación de un sinnúmero de empresas educativas que ofrecen cualquier formación profesional sin importar la eficiencia en los procesos formativos; sino que, el control de la demanda de un importante sector de la juventud mexicana, que al no encontrar respuestas en el sistema de educación superior público, se encuentra obligado a matricularse en las opciones profesionales que ofertan las recién llegadas empresas de la rama educativa.

Un dato que puede resultar ilustrador sobre la calidad de la formación en este tipo de instituciones es el reciente estudio denominado "El ranking académico de las universidades del mundo 2003", realizado por el Instituto de Altos Estudios de la Universidad de Shangai Jiao Tong, en el que se evaluaron las 500 mejores universidades del mundo. Los resultados de esta evaluación arrojaron que, entre ellas, no se encuentra ninguna institución de educación superior privada mexicana, ni siquiera de América Latina. Sólo la UNAM es ubicada en el primer lugar de las instituciones de educación superior en Latinoamérica, encontrándose en el lugar 180 en el ámbito internacional y en el lugar 92 en el continente americano. En esta clasificación en las que se encuentran ubicadas las 100 mejores instituciones, universidades e institutos de los países del primer mundo, ninguna pertenece a las naciones en vías de desarrollo como México. Así encontramos que 57 son estadounidenses, 9 británicas, 5 alemanas, 5 japonesas, 3 suecas, 3 holandesas, 3 australianas, 2 francesas, 1 israelí, 1 belga, 1 italiana, 1 finlandesa, 1 noruega y 1 danesa. Entre las 10 mejores universidades del mundo 8 son estadounidenses y 2 inglesas: Harvard, Stanford, Instituto Tecnológico de California, Universidad de California en Berkeley (todas estadounidenses); Cambridge (Inglaterra), Instituto Tecnológico de Massachussets; Princenton, Yale, Oxford (Inglaterra) y Columbia.

Los criterios utilizados para evaluar el desempeño y la calidad de la formación de profesionales, incluyó cinco parámetros que fueron ponderados con igual número de porcentajes: 1) número de premios Nobel obtenidos por los investigadores en los campos del conocimiento de la física, química, medicina y economía; 2) reconocimientos internacionales en investigaciones innovadoras; 3) artículos publicados en revistas arbitradas, tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales; 4) frecuencia de citas en el Social Sciencie Citation Index; y 5) desempeño académico por maestros de tiempo completo. Con base en estos cinco parámetros fueron situadas las mejores universidades e institutos de educación superior en el mundo. El hecho de que no se encuentre ninguna institución privada de México y América Latina entre las 500 mejores del mundo, es un indicador que expresa las limitaciones e imposibilidades de las propias instituciones educativas para responder a las exigencias de los vertiginosos cambios en el conocimiento científico y de las grandes transformaciones generadas por las innovaciones tecnológicas.

Esta situación provoca dos interpretaciones. La primera es que la atención de las instituciones privadas está centrada en la comercialización y mercantilización de las profesiones en detrimento de la inversión en ciencia y tecnología. Por tanto, lo que interesa a los empresarios de la educación es el incremento del capital en menoscabo de una formación altamente calificada que permita a los egresados asumir una actitud competitiva en el escenario internacional de las profesiones. La segunda situación es que la estrategia de formación está centrada en la docencia como principal factor de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Además, la mayoría de las instituciones de educación superior privadas que existen en México, tanto de origen nacional como las que han provenido del extranjero, están ofertando profesiones que requieren de mínimas inversiones para su funcionamiento y continúan reproduciendo el viejo esquema de formación que centra su atención en las tradicionales profesiones de las ciencias económico administrativas, del derecho y recientemente, de las ciencias de la educación y la comunicación.

Las profesiones que requieren de fuertes inversiones en investigación, laboratorios, infraestructura tecnológica e informática y talleres, no forman parte de la oferta educativa privada. Hoy en día, este esquema de formación de profesionistas no es suficiente para responder a los propios procesos de globalización que ha impuesto el modelo económico neoliberal. Se requiere del diseño de estrategias agresivas que rompan los viejos paradigmas profesionales y que incursionen en campos del conocimiento emergentes, que respondan al desarrollo de la ciencia, la innovación tecnológica y las transformaciones culturales, ideológicas, políticas que viven las distintas sociedades del presente milenio.

Por ello, se hace necesario en el contexto de la globalización de las profesiones, que tanto las instituciones de educación superior públicas como privadas, redefinan su función formativa e incursionen en nuevos campos relacionados con la nanotecnología, robótica, reingeniería informática, biodiversidad, derecho ecológico, sociología del ocio, geriatría, internacionalización de las profesiones, por citar algunos. De lo contrario, los retos y desafíos del presente, se agudizarán en el futuro y complicarán la razón de ser de las instituciones educativas por su incapacidad de responder a los tiempos contemporáneos de las nuevas sociedad.

Asimismo, la formación de profesionales en las instituciones de educación superior tradicionales, se enfrentan hoy en día a tres grandes desafíos: 1) garantizar la formación de un producto educativo preparado profesionalmente para resistir los desafíos del mercado; 2) saber si pueden competir con calidad con las instituciones educativas controladas por el mercado de las profesiones; y 3) saber si son capaces de sobrevivir a niveles de costes aceptables, dado los actuales estándares del mercado educativo. Evidentemente, en estos grandes desafíos se encuentra presente la constante confrontación entre los grandes capitales trasnacionales del empresariado educativo y las instituciones del sector público y los pequeños empresarios nacionales de la educación. Los primeros no sólo tienen el poder económico para influir en las políticas educativas nacionales y abrir las fronteras para instalarse en cualquier nación del mundo; también tienen la capacidad para engullir a los empresarios criollos de los países económicamente débiles.

El gran reto que tenemos las instituciones de educación superior mexicanas, tanto publicas como privadas, es cómo lograr la formación de excelencia para competir en el escenario internacional, si no se superan las graves limitaciones que padece el sistema educativo nacional y no se revierten las grandes desventajas en que nos encontramos frente a las 500 mejores instituciones en el mundo.


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Pablo Lascurain

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Pablo Lascurain

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